Si alguna vez has tenido que lidiar con tus emociones en el trabajo… ¡Bien, no eres un robot! Estas son totalmente normales y válidas, tanto si son por algo que ha sucedido en tu lugar de trabajo, en tu casa, o en cualquier otra parte. Aunque hay momentos, maneras y lugares más adecuados que otros para expresar estas emociones, que las sientas significa que eres un ser humano.

Pasamos trabajando más de un tercio de las horas del día que no estamos durmiendo, y seguramente te preocupe hacer bien tu trabajo, y decepcionarte a ti mismo o a los demás en este aspecto puede hacer aflorar sentimientos negativos. Por tanto, no debería sorprendernos que el trabajo pueda afectar a nuestra salud mental, o que las cosas que nos suceden fuera del horario laboral puedan influirnos mientras hacemos nuestro trabajo. Aquí te dejamos algunos consejos para manejar las emociones que inevitablemente aparecen mientras trabajamos.

Sé consciente de tus emociones

Aprende a reconocerlas, escucha tu cuerpo. Muchas veces, sentimos las emociones en nuestros cuerpos antes incluso de ser capaces de identificarlas. ¿Notas que te arde la cara, o que el corazón te empieza a latir mucho más rápido? Puede que estés más ansioso/a de lo que crees. Si es posible, trata de no tomar decisiones, sobre todo importantes, mientras te sientes molesto o agitado.

Acéptalas y sácales partido

Las emociones no son algo malo, puede incluso que sean tu “superpoder” en el trabajo, sobre todo si tu puesto implica contacto con clientes o consumidores. Estar en contacto con tus emociones puede ayudarte a construir relaciones más fuertes y alianzas con otras personas.

Acepta que no puedes elegir tus compañeros de trabajo

Normalmente, no elegimos con quién trabajamos. Es inevitable que, en el lugar de trabajo, coexistan diferentes personalidades y estilos de trabajo, y no todos tenéis por que congeniar.

Está bien, no necesitas ser el mejor amigo/a de todos ellos, solo tenéis que hacer vuestro trabajo. Puede incluso que sea alguno de ellos el que te saca de quicio. Intenta sacar algo positivo de ello y aprender, aunque sea el tipo de personalidad con la que no te gusta trabajar.

Encuentra una persona de confianza

Sería ideal poder compartir cómo te sientes con cualquier compañero/a de trabajo, pero sabemos que no con todos es posible. Busca una persona con la que trabajes en quien sepas que puedes confiar en los momentos difíciles y sincerarte sobre tus emociones.

Establece límites

Es genial disfrutar compartiendo tu tiempo con tus compañeros, también socialmente, pero sé consciente de que cuanto más salgas con ellos, más intrincadas estarán tus emociones y el trabajo. De la misma manera, haz lo posible por mantener tu vida privada en casa; la reunión matinal no es el lugar para hablar de una pelea con tu pareja. Los límites son tus amigos.

Prepara un kit de herramientas

A veces, es inevitable sentir fuertes emociones en el trabajo. Por ello, es importante que tengas preparado un “kit de herramientas” de salud mental, con cosas que puedas hacer cuando te sientas abrumado. Puede consistir, por ejemplo, en escribir rápidamente una nota en tu diario o tu escritorio, tomarte un minuto para respirar profundamente o incluso salir de una reunión para tomar un poco de aire si tus emociones toman el control.

Practica el autocuidado

Muchas veces, el sentirse abrumado/a  por las emociones en el trabajo es el resultado de problemas mayores en la sociedad o en la compañía, que están fuera de tu control y no son culpa tuya.

El cuidado personal no puede solucionar estos problemas sistémicos, pero al menos sí ayudarte a manejar lo que puedes controlar en este momento para tu propia paz mental.

Utiliza tus días de vacaciones, son parte de tu compensación. Incluso si no puedes irte de viaje, tomarte unas vacaciones en casa puede ayudarte a recargar baterías y evitar que llegues a explotar. Descansar no es solo importante para tu salud mental, sino también para tu salud física; varios estudios demuestran que un mayor tiempo de trabajo ininterrumpido aumenta el riesgo de infarto y ataques al corazón.

Duerme. Todo parece más difícil cuando estamos cansados, también el manejar nuestras emociones. La cantidad y calidad de nuestro sueño afecta a nuestra capacidad de regulación emocional, y de manera recíproca, nuestras emociones afectan a cómo de bien y cuánto dormimos.

Come en un lugar diferente. Si puedes, aléjate del trabajo para comer. Utiliza tu hora de descanso para comer tranquilamente, en lugar de devorar en tu escritorio mientras haces otras cosas. Tu cerebro necesita alimentarse para hacer frente al resto del día.

Conoce tus límites, tanto respecto a las personas con las que trabajas como con la cantidad de trabajo. Si sabes que cierta persona que te saca de tus casillas va a formar parte de un proyecto al que puedes decir “no”, quizá merezca la pena. Ningún trabajo vale más que tu salud mental.

Busca ayuda profesional. Si, a pesar de todo, sientes que las emociones en el trabajo te superan, o interfieren con tu vida, hablar con un profesional de la salud mental puede ayudarte a hacerles frente, además de tratar otros problemas que pueden estar contribuyendo a que te sientas así. Comprueba si tu empresa dispone de algún Programa de Apoyo al Empleado (PAE), que pueda proporcionarte esta ayuda de manera confidencial.

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